El monumento a Washington visto con los famosos árboles de cerezo de la capital florecidos. (© Steve Heap/Shutterstock.com)
En el corazón de la capital del país hay grandes monumentos dedicados a antiguos presidentes, pero los más emblemáticos son el monumento a Washington, el monumento a Jefferson y el monumento a Lincoln.
El monumento a Washington, situado en el centro del Paseo Nacional, rinde homenaje al primer presidente de Estados Unidos, George Washington (1789-1797). El obelisco de 169 metros hace referencia a las prósperas civilizaciones del antiguo Egipto y Roma. A pesar de su papel como fundador del país y exitoso general de la Guerra de la Independencia, Washington tenía un porte tranquilo y un aire de estoicismo. Nunca vivió en la Casa Blanca, ya que estaba en construcción en la época de su presidencia, sino que vivió con su esposa Martha y sus hijos de un matrimonio anterior en Mount Vernon, a 22 kilómetros de la ciudad, en el estado de Virginia.
El monumento a Jefferson, situado en la laguna del Tidal Basin del Paseo Nacional y construido al estilo palladiano de la arquitectura renacentista italiana, se terminó en 1943. Refleja la creencia de Jefferson en los ideales renacentistas de equilibrio y unidad, que se esforzó por aplicar tanto al arte como a la política. (Jefferson diseñó su finca natal, Monticello, en Charlottesville en el estado de Virginia, en un estilo similar). Jefferson fue el tercer presidente de Estados Unidos y uno de los fundadores de Estados Unidos que trabajó para asegurar la diplomacia internacional en el extranjero al tiempo que expandía Estados Unidos hacia el oeste. En 1789 fue nombrado primer Secretario de Estado.
El monumento a Lincoln, en el Paseo Nacional, al final del estanque reflectante, alberga una estatua gigante del presidente Abraham Lincoln (1861-1865). La figura sentada de 5,8 metros contempla la capital de la nación, con el monumento a Washington y el monumento a Jefferson en su línea de visión.
Lincoln guio a la nación durante la Guerra Civil y firmó la 13 ª Enmienda, que emancipaba a las personas esclavizadas. Era un hombre alto, de casi unos 2 metros, y hablaba en voz baja a pesar de su imponente presencia. El monumento refleja su imponente presencia y legado, y es uno de los más populares de Estados Unidos: se calcula que 7 millones de turistas lo visitan cada año.
